El espíritu Marcelino
Inspirados por la energía de mi abuelo Marcelino, quien a sus 88 años sigue al pie del cañón en la crianza de este magnífico animal, manteniendo aquello que le hace feliz, decidimos emprender esta aventura para elaborar productos de calidad que nos ayuden a alcanzar su edad con al menos la mitad de su vitalidad.
En nuestro proyecto, la materia prima es clave, y para que sea de la mejor calidad, es fundamental que los animales vivan en las mejores condiciones posibles. Por eso, mantenemos intacto el entorno natural que el cerdo ibérico ha disfrutado durante siglos, criándolos en la Dehesa del Boyal, zona de reserva de la biosfera en plena Meseta Ibérica en la provincia de Salamanca. Esta visión, inculcada desde los inicios por Marcelino, sitúa a la naturaleza y al bienestar animal en el corazón de nuestra aventura.
Las enseñanzas del pasado son las bases del futuro y esto es algo que hemos tenido claro desde el comienzo de esta travesía que iniciamos el año del COVID. Por ello realizamos todas las elaboraciones de igual manera a como se han elaborado en nuestra casa desde hace más de 50 años, siguiendo la tradición y buena praxis adquirida durante décadas mediante las recetas de Cleo, utilizando ingredientes como pimentón, ajo, orégano etc. Desempeñando todos los procesos de manera artesanal y curando los productos con sumo cuidado en la bodega, para preservar la materia prima y conseguir así sabores puros, intensos y reales.